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Hola Creatividad
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¿Cómo amaneciste?
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Que bueno, eso es sencillamente maravilloso, un nuevo cuento
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El señor Pedro Pablo Sacristán quedó muy contento, que bien.
Yyyyyyy ¿Cómo se llama el cuentito?
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EL MEJOR ROBOT
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Elementos principales
Idea y enseñanza principal | Ambientación | Personajes |
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No podemos esperar ser los mejores en todo ni que los demás sean como nosotros. Cada uno aporta su parte gracias a sus diferencias | La ciudad de los robots | Un robot |
Cuento
Cuentos con valores similares
XT-27 no era un robot cualquiera. Como bien decía su placa, "XT-27, el mejor y más moderno robot, era el modelo de robot más moderno de su generación, un producto realmente difícil de mejorar, y se sentía realmente orgulloso de ello.
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Tanto, que cuando se cruzaba con otros robots por la calle, los miraba con cierto aire de superioridad, y sólo reaccionaba con alegría y entusiasmo cuando se encontraba con otro XT-27. "Todos los robots tendrían que ser como los XT-27", pensaba para sus adentros. Realmente, estaba convencido de que ningún nuevo robot podria superar los XT-27, y que el mundo sería mucho mejor si todos los robots fueran como ese modelo perfecto.
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Un día, caminaba por la ciudad biónica cuando de pronto apareció, justo a unos milímetros de sus sensores ópticos piezoeléctricos, (que eran unos ojos normales, pero a XT-27 le gustaba usar palabras muy raras para todo), una gran puerta amarilla. No sabía de dónde habría salido, pero por suerte, era un XT-27, y su rapidez le permitió evitar el golpazo. Intrigado, decidió atravesar la puerta, y fue a parar a una ciudad espectacular. ¡Todos sus habitantes eran XT-27, y todo lo que se veía era alucinante! Entusiasmado por haber encontrado la ciudad perfecta para él, anduvo recorriendo aquel lugar, presumiendo de ser un XT-27 y parándose a hablar con todos de lo genial que era ser un robot tan avanzado, y finalmente se instaló en su burbuja hiperplástica recauchutada (una casa), a las afueras de la ciudad.
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Los días fueron pasando, pero enseguida se dio cuenta de que en aquella ciudad había algo que no le gustaba. Como todos eran XT-27, realmente nadie tenía motivos para sentirse mejor ni más moderno que nadie, y de hecho nadie lo hacía. Ninguno miraba con aires de superioridad, y en el fondo, comprobó que con el paso del tiempo ni siquiera él mismo se sentía especial. Además, todo resultaba tremendamente aburrido: todos hacía todas las cosas igual de bien, era imposible destacar en nada; cuando se le ocurría algo que pensaba era brillante, a todos se les había ocurrido lo mismo al mismo tiempo.
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Así que XT-27 empezó a echar de menos a todos aquellos robotitos variados de su mundo, cada uno con sus cosas buenas y malas, pero distintos y divertidos, y se dió cuenta de que hubiera preferido mil veces encontrarse con un torpe pero divertido TP-4, y charlar un rato con él, que volver a cruzarse con otro XT-27.
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Así que comenzó a buscar la gran puerta amarilla. Tardó varios días, hasta que finalmente la encontró como la primera vez, justo en medio de una calle cualquiera. Apoyó la mano en la puerta, miró hacia atrás, como despidiéndose de aquel mundo que le había parecido perfecto, y con gran alegría empujó la puerta...
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Cuando despertó, XT-27 estaba en el suelo, y algunos le ayudaban a levantarse. No había ninguna puerta, sólo un enorme y brillante robot amarillo con el que XT-27 había chocado tan fuerte, que se le habían nublado los circuitos. XT-27, extrañado de no haber podido esquivar el golpe, miró detenidamente a aquel formidable robot. Nunca había visto uno igual, parecía perfecto en todo, más alto y más fuerte que ninguno, y en su placa se podía leer: XT-28, el mejor y más moderno robot.
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Así que lo habían conseguido. Aunque parecía imposible, los XT-27 ya no eran los mejores robots. Sin embargo, nuestro amigo no se entristeció lo más mínimo, porque segundos antes, mientras soñaba con aquella ciudad perfecta, había aprendido que estaba encantado de ser diferente, y de que hubiera cientos de robots diferentes, cada uno con sus cosas mejores y peores.
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Tanto, que cuando se cruzaba con otros robots por la calle, los miraba con cierto aire de superioridad, y sólo reaccionaba con alegría y entusiasmo cuando se encontraba con otro XT-27. "Todos los robots tendrían que ser como los XT-27", pensaba para sus adentros. Realmente, estaba convencido de que ningún nuevo robot podria superar los XT-27, y que el mundo sería mucho mejor si todos los robots fueran como ese modelo perfecto.
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Un día, caminaba por la ciudad biónica cuando de pronto apareció, justo a unos milímetros de sus sensores ópticos piezoeléctricos, (que eran unos ojos normales, pero a XT-27 le gustaba usar palabras muy raras para todo), una gran puerta amarilla. No sabía de dónde habría salido, pero por suerte, era un XT-27, y su rapidez le permitió evitar el golpazo. Intrigado, decidió atravesar la puerta, y fue a parar a una ciudad espectacular. ¡Todos sus habitantes eran XT-27, y todo lo que se veía era alucinante! Entusiasmado por haber encontrado la ciudad perfecta para él, anduvo recorriendo aquel lugar, presumiendo de ser un XT-27 y parándose a hablar con todos de lo genial que era ser un robot tan avanzado, y finalmente se instaló en su burbuja hiperplástica recauchutada (una casa), a las afueras de la ciudad.
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Los días fueron pasando, pero enseguida se dio cuenta de que en aquella ciudad había algo que no le gustaba. Como todos eran XT-27, realmente nadie tenía motivos para sentirse mejor ni más moderno que nadie, y de hecho nadie lo hacía. Ninguno miraba con aires de superioridad, y en el fondo, comprobó que con el paso del tiempo ni siquiera él mismo se sentía especial. Además, todo resultaba tremendamente aburrido: todos hacía todas las cosas igual de bien, era imposible destacar en nada; cuando se le ocurría algo que pensaba era brillante, a todos se les había ocurrido lo mismo al mismo tiempo.
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Así que XT-27 empezó a echar de menos a todos aquellos robotitos variados de su mundo, cada uno con sus cosas buenas y malas, pero distintos y divertidos, y se dió cuenta de que hubiera preferido mil veces encontrarse con un torpe pero divertido TP-4, y charlar un rato con él, que volver a cruzarse con otro XT-27.
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Así que comenzó a buscar la gran puerta amarilla. Tardó varios días, hasta que finalmente la encontró como la primera vez, justo en medio de una calle cualquiera. Apoyó la mano en la puerta, miró hacia atrás, como despidiéndose de aquel mundo que le había parecido perfecto, y con gran alegría empujó la puerta...
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Cuando despertó, XT-27 estaba en el suelo, y algunos le ayudaban a levantarse. No había ninguna puerta, sólo un enorme y brillante robot amarillo con el que XT-27 había chocado tan fuerte, que se le habían nublado los circuitos. XT-27, extrañado de no haber podido esquivar el golpe, miró detenidamente a aquel formidable robot. Nunca había visto uno igual, parecía perfecto en todo, más alto y más fuerte que ninguno, y en su placa se podía leer: XT-28, el mejor y más moderno robot.
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Así que lo habían conseguido. Aunque parecía imposible, los XT-27 ya no eran los mejores robots. Sin embargo, nuestro amigo no se entristeció lo más mínimo, porque segundos antes, mientras soñaba con aquella ciudad perfecta, había aprendido que estaba encantado de ser diferente, y de que hubiera cientos de robots diferentes, cada uno con sus cosas mejores y peores.
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Autor.. Pedro Pablo Sacristán
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Expectativas..
Cada vez que leemos las expectativas estamos generando una onda de energía, muy positiva y sutil, que contribuye en todos sentidos para nuestro crecimiento personal y para el desarrollo de nuestro país y su gente. Gracias por tu granito de todo lo bueno que merecemos.
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Cada vez que leemos las expectativas estamos generando una onda de energía, muy positiva y sutil, que contribuye en todos sentidos para nuestro crecimiento personal y para el desarrollo de nuestro país y su gente. Gracias por tu granito de todo lo bueno que merecemos.
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Gracias a Dios yo duermo y descanso, placenteramente, ocho (8) horas, por lo menos, todas las noches con un sueño profundo, energético, reparador, rejuvenecedor y muy saludable, yo me lo merezco, yo lo acepto.
.Gracias a a Dios, estoy cada día mejor, en todos sentidos, en perfecto orden divino, en perfecta armonía y en perfecto estado de salud.
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Gracias a Dios en cualquier situación, mi Actitud Mental Positiva se multiplica exponencialmente, en todos sentidos, deparándome bendiciones, beneficios y ventajas que yo deseo, me merezco y acepto.
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Gracias a Dios en cualquier situación, mi Actitud Mental Positiva se multiplica exponencialmente, en todos sentidos, deparándome bendiciones, beneficios y ventajas que yo deseo, me merezco y acepto.
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Gracias Venezuela por haberte convertido ya en uno de los nueve (9) países mas industrializados del planeta y por estar realizando masivas y prolíficas exportaciones de maquinarias, equipos, repuestos y accesorios, artículos, productos, alimentos y tecnología de punta, made in Venezuela, a los países de donde antes importabas y al resto del mundo.
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Gracias Televisión por tus programas y películas, con comerciales, ya que en cada tanda de ellos, camino vigorosamente, de doscientos a cuatrocientos pasos, por lo menos, por toda la casa con total seguridad, activando y oxigenando todo mi organismo, combatiendo el sedentarismo y proporcionándome una mejor salud.
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Gracias Venezuela: la pulcritud de tus aceras, calles, avenidas, ambulatorios, bulevares, plazas, parques, hospitales, playas, zoológicos y demás lugares públicos es una de nuestras mejores imágenes ante el mundo.
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Gracias Dios por multiplicar, en todos sentidos, la luz, los dones, la prosperidad y todas las bendiciones que recibimos de ti continuamente.
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Un fraternal abrazo con amor, respeto y agradecimiento.
Moisés Rondón Boada
moisesrb@gmail.com
f @moisesrondonboada
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Gracias Venezuela: la pulcritud de tus aceras, calles, avenidas, ambulatorios, bulevares, plazas, parques, hospitales, playas, zoológicos y demás lugares públicos es una de nuestras mejores imágenes ante el mundo.
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Gracias Dios por multiplicar, en todos sentidos, la luz, los dones, la prosperidad y todas las bendiciones que recibimos de ti continuamente.
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Un fraternal abrazo con amor, respeto y agradecimiento.
Moisés Rondón Boada
moisesrb@gmail.com
f @moisesrondonboada
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